Las drogas ilegales no están sujetas a controles sanitarios de calidad, por lo que no cuentan con las fechas de caducidad que son aplicables a alimentos, fármacos y otros productos de consumo humano. La mayoría de las drogas de uso habitual van sufriendo procesos de degradación al cabo del tiempo, aunque esto depende mucho del tipo de sustancia y las condiciones de conservación.
Con respecto al tipo de sustancia, como norma general, las moléculas con estructuras química más sencillas suelen ser más resistentes al paso del tiempo. En este sentido, las anfetaminas y derivados anfetamínicos (MDMA, speed, metanfetamina, MDA…) son extraordinariamente resistentes y pueden mantener sus propiedades muchos años después de su síntesis. Lo mismo puede decirse del alcohol o el GHB. Otras moléculas estructuralmente más complejas como la LSD, cocaína, opiáceos o cannabis sí dan lugar a metabolitos inactivos (es decir, pierden parte de su potencia) con el tiempo, aunque suelen ser necesarios varios años para que este efecto sea significativo.
Las condiciones de conservación van a ser otro factor determinante en este sentido. La degradación es menor al guardar el producto en un sitio fresco y seco que al hacerlo en un sitio expuesto directamente al sol, muy húmedo, o sujeto a cambios bruscos de temperatura. No es necesario conservar las drogas de uso habitual en frigorífico; tan sólo unos pocos fármacos (vacunas, colirios y algunos antibióticos) son tan sensibles a la temperatura que precisen de conservación en medio refrigerado).
En este sentido, existe la creencia de que el speed (sulfato de anfetamina) debe ser conservado en frigorífico. Los traficantes utilizan este método de conservación porque la anfetamina es muy higroscópica (mantiene bien la humedad) y el speed húmedo pesa más que la misma sustancia en seco. Pero se trata de una estrategia para mejorar el rendimiento económico y no tiene nada que ver con las condiciones de conservación de la sustancia.